Perdidos

28/10/08


El año pasado decidímos ir de acampada. Era una experiencia nueva para mí, pues nunca antes había estado tan lejos de la civilización. Me acompañaron a esta aventura Marcos, su novia Rosy, el abuelo Marcel y Valmaseda. Nos internamos en el bosque, con Marcel como guía, pues su condición de militar le dotaba de un gran sentido de la orientación. Nos perdimos a los diez minutos, y comenzó a oscurecer. Abrimos las tiendas de campaña y encendímos un fuego. Marcel dijo que sus facultades orientativas ya no eran las mismas, sobre todo cuando recibió impactos de metralla en la frente en la batalla de Okinawa. Le dije que no pasaba nada, pues me había traído un móvil recién comprado, pantalla de 2,6 pulgadas y táctil, GPS incorporado, y un sinfín de funciones. Solo tenía un pequeño fallo, la batería se iba muy pronto. Empezó a hacer frío. Nos metimos cada uno en sus respectivas tiendas excepto Valmaseda, que debía estar de guardia.

A la mañana siguiente comenzamos a caminar en una dirección escogida al azar. La cadera de Marcel crujió y calló de bruces en el suelo. Nos dijo que tenía una prótesis desde que cayera de un risco en la batalla de Guadalcanal. Aquí comenzó nuestra pesadilla, pues entre Marcos y Valmaseda tenían que desplazar el cuerpo del anciano a través del bosque y nos retrasaba el paso. Opté por dejarlo en el bosque pero me miraron mal y continuaron andando. A media tarde teníamos que racionar la comida. Comimos un poco, pero a la media hora Marcel tenía hambre. Decía que tenía problemas digestivos desde que perdiera dos metros de intestino delgado en una operación por heridas sufridas en Omaha, Normandía. Cuando cayó la noche no había comida, y en cambio había mucha hambre.
- ¿Qué podemos hacer? Estamos perdidos, hambrientos... . Dije desesperado.
- ¡Espera! ¡Tengo un móvil, pero solo saldo para una llamada! Añadió Marcos.
Yo me alegre al oir que todo estaba solucionado.
- Telepizza, una familiar cuatro-quesos y una mediana tropical.

Ahora sí que estabamos mal. Marcos no podía volver a llamar y encima la pizza nunca llegaría por lo que seguíamos hambriento. A la siguiente mañana, Marcel se lesionó el ojo izquierdo y tuvimos que taparlo con un pañuelo a modo de parche. Al parecer era una infección, pues antes de taparlo vi que estaba amoratado e hinchado. Seguimos caminando, y todo era repugnancia. Si me iba a la vanguardia del grupo veía a Marcel, con el parche en el ojo y su ya mencionado problemas de flatos. Si me iba a la retaguardia aún más repugnante, Rosy y Marcos besándose y regalándose piropos. De repente oímos un fuerte ruido y todos nos agazapamos como los soldados de una batalla que temen ser descubiertos. Todos menos Marcel, que quedó de pie.
- ¿Qué es lo que hizo el ruido? Aproveché para preguntar.
- No lo sé. Dijo Marcel golpeándose el ojo sin vendar. - Es de cristal, lo perdí en las Ardenas en el 44.

Por un segundo me llené de valor y quise asomarme para ver que había provocado ese estruendo, pero fue por un segundo, después le dije a Valmaseda que se asomase. Era un leñador con una motosierra. ¡Estábamos salvados! Y así concluyó nuestra hazaña.

6 Comentarios. Comenta tú:

Anónimo dijo...

Genial como siempre.

Rosy con Marcos (menuda pareja)

Marcel de guía...

Valmaseda del impetuoso y fiel guardián...

Y tú...

Un grupo de lo más peculiar, jajajajajajaja.

Anónimo dijo...

Conque telepizza eh?....ayy señor¡ ideas cuadradas como su nombre.

Anónimo dijo...

te equivocas Valmaseda...mi blog no lo lee casi nadie, como el 99,99% de los blogs...pero a quien le importa eso? eh?
La cruda realidad es que todos escribimos para nosotros mismos y a veces hay voyeurs que pasan y miran.
Metetelo en el coco, amigo.

Anónimo dijo...

Cyber Warrior usted no debe preocuparse si lo lee poca gente. Más bien debe apreciar que personas de la clase y el prestigio de Robles Jr lo siga de vez en cuando cuando tiene un hueco libre.

Más vale calidad, que cantidad.

Anónimo dijo...

Señor Valmaseda, cómo se le ocurre llevar a un hombre tan mayor a un bosque en busca de aventura? en cualquier caso, una historia que contar a los nietos.

Anónimo dijo...

"con Marcel como guía, pues su condición de militar le dotaba de un gran sentido de la orientación. Nos perdimos a los diez minutos.."

xDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Espectacular entrada, lo que me he podido reir.